Del taller de Enrique Bellido Folgado

Los orígenes de la devoción al Santísimo Rosario en nuestra Villa se pierden en el tiempo sin documentación escrita que la avale hasta la fecha de 1651, con la fundación de la primitiva Cofradía por parte de los frailes de la Orden de Predicadores, procedentes del antiguo convento-universidad de Santo Domingo de la ciudad de Orihuela, fecha en la que queda erigida canónicamente la corporación, según el acta de 7 de Marzo de 1651, firmada en Valencia por el prior de la orden Fray Francisco Crespy de Valdaura, en la que literalmente afirma que “constándonos como nos consta que en dicho lugar existe una muy grande devoción al Santísimo Rosario…”(1)

Esta, que en origen se manifestada con el culto a un cuadro existente en la primitiva Iglesia Parroquial, según inventario de la época, atribuido por tradición oral al famoso pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682), en el que aparecía la Virgen sentada con el niño en su regazo mostrando el Santo Rosario, se vio notablemente incrementada con la fundación en 1763 de la Hermandad de Nuestra Señora de la Aurora y, especialmente, con la llegada de la imagen titular de la misma “a expensas de sus hermanos y devotos”(2)en 1772. De aquella primitiva imagen -de bulto redondo, tan querida por los hijos de este pueblo y tristemente desaparecida en los episodios de la Guerra Civil española (1936-1939) tras el fallido intento de salvarla escondiéndola en un barril de vino de una bodega cercana a la ermita-, apenas existe en los archivos de la Cofradía documentación de su compra, salvo el lugar de procedencia y el coste de la misma.

Finalizada la contienda, el 1 de mayo de 1939 se reúne la Junta de la Cofradía presidida por el entonces párroco Don Manuel Serna Serna y Don Juan Serna Serna, hermano mayor, a fin de reorganizarla y reconocer los desperfectos “de que había sido la ermita de nuestra Señora del Rosario encontrando en estado lamentable dicho santuario con las faltas de la virgen, altares destruidos…”.(3)

En este contexto llega al municipio, en la primavera de 1940, una nueva imagen adquirida, por indicaciones de Don Pascual Cánovas, en la casa de artículos religiosos Rafael Peris de Valencia y costeada por los hermanos José y Elías Davó, que fue entregada por sus familiares a la Cofradía en un acto celebrado en la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol. El mencionado episodio se vio teñido de luto por el reciente fallecimiento, en un accidente de tráfico, de uno de los donantes cuando se disponía a realizar una visita al taller en el que se estaba esculpiendo la mencionada imagen.

Este desgraciado incidente supuso la pérdida del contrato y toda la documentación relacionada con la compra de la efigie desconociéndose, por tanto, hasta la fecha su autoría y el coste de la misma. La Sagrada Imagen recibió desde su llegada los honores de Patrona y protectora de la Villa, añadiéndosele por aclamación popular, en 1963, el título de Alcaldesa Honoraria y Perpetua, el cual fue ratificado nuevamente por pleno municipal en 2007.

Muchas han sido las intervenciones que, por su uso y deterioro, se le han realizado a la imagen desde su llegada al pueblo, ejecutadas siempre por el escultor local Valentín García Quinto sin ningún criterio de restauración. La primera de ellas, a principios de los años 60 del pasado siglo, en origen venía a reintegrar las pérdidas de policromía ocasionadas principalmente por el roce de los atributos de orfebrería; y, posteriormente, la más destacada, ejecutada a mediados de la década de 1970, en la que la imagen sufriría una notable trasformación con la modificación por completo de la policromía, estofado de los ropajes y ligera modificación de parte de la mascarilla, además del añadido de dos querubines sobre el medio orbe en el que se sustenta. Cabe destacar que en esta intervención se le añadió un falso marmoleado, de muy mala calidad, a la peana sobre el cual se colocó la leyenda “Me hizo Rafael Peris en Valencia en 1940”, asignándole de este modo, sin ningún fundamento, una autoría totalmente errónea que designaba como escultor de la obra al dueño de la tienda en la que fue adquirida.

En el año 2010, a encargo de la Cofradía, por iniciativa y bajo la supervisión del que suscribe, la imagen de la Virgen regresó de nuevo a Valencia para realizarle un minucioso estudio de restauración por parte de la empresa Gaia, con el fin de intentar devolverla lo máximo posible a su estado primigenio e indagar en su posible autoría. Una vez realizado los análisis previos, el objetivo de deshacer las intervenciones anteriores no fue posible, ya que tras la realización de las pruebas pertinentes se pudo comprobar que la talla había sido lijada y reestucada en sucesivas ocasiones, apareciendo apenas sobre la madera leves testimonios del cincelado del estofado original, quedando, además, de manifiesto el deplorable estado que presentaba la imagen, sin duda alguna también por el mal uso que se le había dado hasta entonces y que, por desgracia, a día de hoy se le sigue dando por parte de los responsables de su manejo en la Hermandad.

Lo que sí vino a suponer esta restauración fue un punto de inflexión en la posible autoría de la imagen de nuestra patrona. En un primer lugar, y tras comprobar que las remodelaciones de García Quinto anteriormente mencionadas habían supuesto la modificación parcial de su fisonomía – principalmente al ser intervenida la mascarilla de la Virgen y la posterior repolicromía de la talla en su totalidad-, el estudio se centró en el análisis de la imagen del niño Jesús que, por suerte, conserva sus volúmenes originales y su comparativa con otras esculturas contemporáneas a la misma, sirviéndose además de fotografías antiguas, nos iba a poder aproximarnos y atribuirla a un escultor en concreto o, en su defecto, a un determinado taller de imaginería. Del mismo modo, y haciendo uso de instantáneas que reflejaran el estado prístino de la imagen mariana podríamos acercarnos a un escultor.

Las comparaciones realizadas nos llevaron a estudiar con detenimiento la obra del escultor Enrique Bellido Folgado (1897-1957). Nacido en Valencia el 25 de febrero de 1897, fue hijo de Enrique Bellido Miquel, profesor de la Escuela Oficial de Artes y Oficios Artísticos de Valencia y propietario de un estudio taller de talla, escultura y dorado en el número 14 de la calle Colón. En el mencionado obrador se formó inicialmente junto a su padre llegando, posteriormente, tras la Guerra Civil a hacerse cargo del mismo, trabajo que compaginaba también de igual modo con el de profesor auxiliar de la misma escuela de Artes y Oficios.

En el análisis de su obra es imprescindible, además, estudiar a otros autores contemporáneos al mismo, como José María Ponsoda Bravo o Pio Mollar, con el fin de poder establecer paralelismos iconográficos y morfológicos dentro del movimiento neoclásico valenciano, amén de para quién y para dónde se realizaron las obras.

Esta comparativa nos lleva a descubrir que algunos de estos autores, como es el caso de Ponsoda Bravo, además de regentar taller propio de escultura/imaginería, trabajaron para abastecer, ante la gran demanda existente en la época de este tipo de obra, a diversas casas de artes religiosas como las conocidas “Rabasa-Royo” o “Rafael Peris” de Valencia, casualmente esta última es a la que es encargada la imagen albaterense por parte de la familia Davó.

Centrándonos en la obra de Bellido Folgado, nos llama poderosamente la atención la similitud que presenta la imagen que aquí historiamos con dos imágenes marianas que reciben culto en localidad vecina de Benejuzar -el Inmaculado Corazón de María y la de Nuestra Señora del Pilar-. La primera de ellas comparte, con la que aquí analizamos, una ejecución casi idéntica de la talla de la túnica y manto; así como la otra cuenta con ciertas similitudes en cuanto a la concepción de la cabeza de la imagen del niño Jesús; patrones ambos, que, a su vez, se reproducen casi con exactitud también en la imagen de la Inmaculada Concepción de La Carolina (Jaén), todas ellas acreditadas obras de la gubia de este artista, ejecutadas entre 1939 y 1957, año de su fallecimiento.
Además, en las mencionadas piezas existe la repetición de un mismo canon en la configuración de los estofados de las ropas que se encuentra presente en la mayoría de sus imágenes firmadas.

Es por esto que en conclusión nuestro estudio nos lleva a poder atribuir, a falta de documentos que lo acrediten fielmente, la venerada imagen de la Santísima Virgen del Rosario, Patrona de Albatera, al taller de imaginería religiosa de Enrique Bellido Folgado, desmintiendo así una errónea autoría que, como ya se mencionó anteriormente, carecía de cualquier fundamento histórico-artístico.

Francisco José Segura García

Técnico Superior en Artes Plásticas y Diseño en la modalidad de cerámica artística

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Notas:
1. Acta fundaciónal de la cofradía. Archivo Parroquial. Carpeta de documentos S/F.
2. Libro de actas de la Hermandad, año 1779. Archivo parroquial.
3. Libro de actas de la Hermandad. 1 Mayo 1939. Archivo parroquial.

FOTOS: Evolución del estado de sagrada imagen desde su ejecución en 1940, pasando por las diversas intervenciones realizadas en el siglo XX y XXI.

Estado original de la imagen. Año 1940
Estado de la imagen tras las intervenciones de García-Quinto a finales del siglo XX.
Estado de la imagen tras la intervención de la empresa GAIA de Valencia. Año 2010

Francisco José Seguravirgen del rosario