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Hermanos Noguera: tres generaciones de camioneros

Esta familia albaterense lleva casi cien años dedicándose al negocio del transporte

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Pablo, Juan y Ángel son los camioneros que ahora mismo representan a la empresa de transporte de la familia Noguera. Los tres hermanos han heredado un negocio, cuyos inicios se remontan a tiempos de su abuelo. La disciplina fue aplicada a su padre, Pablo Noguera, quien se encargó de inculcarles la profesión desde pequeños.

Nacidos en  el barrio de Los Ángeles  y criados más tarde en el barrio de San Pancracio, la familia Noguera siempre ha sido conocida en el municipio por su negocio en el transporte.

Los orígenes en el transporte

Los comienzos en este sector se remontan a los años 30. En aquellos tiempos, José Noguera (el abuelo), empezó manejando carros. Arrastrados por mulas, recorría Beniel (por entonces su pueblo) y la zona de alrededores cargado de alfalfa, balas de paja, trigo… A su paso por los caminos de tierra, fue sembrando el inicio de un trabajo que llegaría hasta estos tiempos.

Pablo Noguera decidió, más bien le inculcaron desde muy pequeño, seguir con el transporte. Heredando los remolques de su padre, Pablo siguió manejando carros y aprendiendo lo que ya empezaba a ser un negocio familiar. Entre tanto trabajo, conoció a su mujer Amparo, con la que comenzó una nueva etapa en Albatera. Concretamente en el barrio de los Ángeles. Allí dieron vida a cinco hijos: Pablo, Amparo, Juan, Ángel y Mº Jesús.

En 1957, Pablo compró su primer camión. Este tipo de vehículo acababa de llegar a España, por lo que era una gran inversión. Pablo dejó atrás los carros y las mulas, y apostó por este medio de transporte. Apenas habían carreteras asfaltadas y la accesibilidad entre un punto y otro de geografía española era muy complicado. Sin embargo, Pablo comenzó a expandir su negocio más allá de Alicante y Murcia. Emprendió, entre otras, las carreteras del sur de España, dejando su huella en Andalucía.

En aquellos tiempos, «solo había una carretera» , como dirían los más veteranos. No existían autovías, ni autopistas, ni circunvalaciones. Tan solo se contaba con una Carretera Nacional que recorría todos los pueblos de las diferentes provincias. Esto hacía que los trayectos fueran de muchas horas y que se tardara varios días en realizar los viajes. Aún así, Pablo sembró su negocio y busco sus propios clientes. No estaba solo, pues sus hermanos José María e Ignacio, emprendieron la aventura con él. Ignacio y Pablo tenían su propio camión, mientras que José María les acompañaba como ayudante.

Con el paso del tiempo, sus dos hermanos acabaron dejando el negocio. Fue entonces, cuando su hijo mayor, también llamado Pablo, se convirtió en el responsable de comenzar lo que ya era la tercera generación.

Más tarde, se sumaron sus dos hermanos: Juan y Ángel. Los Pablos (padre e hijo) poseían su propio camión. Los dos hermanos pequeños se turnaban entre ambos para acompañar a su hermano mayor y a su padre. Aprendiendo las rutas e involucrándose en el negocio, pasaron gran parte de su juventud trabajando de aprendices. Por fin cumplieron los 21 y pudieron obtener el carnet profesional, aquel que certificaba que podían conducir un camión.

Eran finales de los años 80 y la tercera generación de camioneros en los Noguera ya comenzaba a poner su cimientos.

Anécdota de la Rosaleda

Durante la etapa de aprendizaje, fueron muchas las anécdotas de viajes que surgieron en la familia. Una de ellas, fue aquella que vivieron en Málaga.

Corría el año 1982, fechas en las que se disputó el Mundial de fútbol en España. Ángel y su padre se disponían a realizar un viaje más. Cargados de caramelos, cogieron carretera rumbo a Málaga. En el porte, indicaba la dirección de descarga de la mercancía. Ésta daba como destino «La Rosaleda».  Sin GPS, ni un mapa que les dijera el punto exacto, padre e hijo se guiaron por su instinto. Pablo, que conocía un poco la ciudad, se convenció de que aquel reparto estaba destinado al campo de fútbol de por entonces el C.D Málaga. Pues el estadio del equipo, adopta el nombre de La Rosaleda. «Parece raro, pero como ahora está todo el mundo con lo del Mundial, puede que los caramelos sean para repartirlos entre la gente que vaya a ver el fútbol» – dijo Pablo.

Allí que se presentaron los dos convencidos. Una vez en los accesos del estadio, un conserje les atendió. Aquel hombre, aún desconociendo la situación, les mandó descargar todos los caramelos en una zona próxima. Los camioneros se pusieron manos a la obra y aquellos dulces empezaron a caer. A mitad de descarga, un gerente del club llegó alterado preguntando que hacían aquellos caramelos por el suelo. Éste les explicó que aquel reparto no era para el estadio, sino para la calle Rosaleda. Avergonzados, pero entre risas, no les quedó más remedio que recoger aquel estropicio y volver a buscar su verdadero destino.

La consolidación de la tercera generación

En 1998, se fundó la empresa Transporicarte S.L. Adoptando el segundo apellido de su fundador, Pablo Noguera Ricarte. La empresa la componían sus dos hijos: Pablo y Ángel. Al principio, se basaron principalmente en el transporte de leña. Poco más tarde, se fueron imponiendo las aceitunas como mercancía más frecuente. Pequeñas fábricas de aceitunas correspondientes a las provincias de Alicante y Murcia se interesaron por los servicios de los Noguera.

En 2010, falleció el socio fundador, Pablo Noguera Ricarte. Por entonces, la empresa ya estaba empezando a crecer. En 2015, por primera vez la flota de camiones aumentó a tres. Aquel tercer camión lo estrenó el hijo de Ángel, quien posee el mismo nombre que su padre. Tras casi tres años, dejó un cargo, que hubiera llegado a ser la cuarta generación. El relevo lo cogió Juan Noguera, que volvió de nuevo al negocio con sus hermanos.

Actualmente, los tres hermanos siguen representando el un negocio que comenzó hace casi 100 años. Desde que falleciera Pablo Noguera Ricarte, el primero que introdujo un camión a la familia, cada camión adquirido por Transporicarte lleva su foto en el lateral. Un homenaje al hombre que ayudó a sellar el transporte como símbolo en la familia Noguera. Casi cien años después, el apellido Noguera sigue viéndose estampado en sus camiones. Junto a él, le acompaña dibujado el escudo de Albatera. Las dos estampas siguen recorriendo las carreteras dejando su huella por toda España.

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